Domingo XXXI Ordinario – Ciclo A (Mateo 23, 1-12) – 5 de noviembre de 2023

“(…) ellos dicen una cosa y hacen otra”

 Suena el timbre de la puerta y sale el niño a ver quién es. Pregunta un señor por su mamá. Viene ofreciendo repuestos para ollas a presión. Va el niño hasta la cocina donde la mamá está atareada por las labores domésticas y le dice: “Mamá, te busca un señor en la puerta”. La mamá, un poco desesperada porque llega la hora del almuerzo y todavía no está todo listo, le dice: “Ve y dile que no estoy; que venga después”. El niño, en su inocencia, regresa a la puerta y le dice al señor: “Manda decir mi mamá que no está; que por favor vuelva más tarde”. El señor, evidentemente, como los personajes de Condorito, se cae para atrás… Esta escena, con variables muy diversas, se suele repetir en medio de nuestras familias con mucha frecuencia… Luego, cuando el niño le dice a la mamá que estaba haciendo tareas en la casa de un vecino, pero llega sudando y con los zapatos raspados de tanto jugar fútbol en el parque, recibe una fuerte reprimenda por mentiroso.

Hace unos días leía una frase de algún famoso pensador que decía: «El ejemplo no es la mejor manera de enseñar. Es la única». Lo que vemos hacer a las personas importantes en nuestra vida, es lo que aprendemos. Lo que nos dicen y enseñan, no acaba de consolidarse en nuestro interior si no está corroborado y respaldado por el testimonio de vida de aquellos que nos forman desde nuestra infancia.

Jesús le dice a la gente y a sus discípulos que obedezcan y hagan todo lo que los maestros de la ley y los fariseos les enseñan. Pero les advierte que no deben seguir su ejemplo, “porque ellos dicen una cosa y hacen otra”. Más coloquialmente, entre nosotros, esto se ha traducido con la famosa frase: “El cura predica, pero no aplica”, cosa que no sólo se acomoda a los curas, evidentemente… Cada uno tiene que preguntarse, con mucha sinceridad, por su coherencia personal entre lo que enseña en su casa, en su trabajo, en las relaciones con los demás, y lo que hace.

El P. Arrupe, cuando era Superior General de los jesuitas, fue un hombre que siempre respaldó su palabra con su vida; el P. Luis González cuenta una anécdota que me parece que confirma esto: Dice Luis González que Arrupe acostumbraba ir a orar largos ratos al piso bajo de la casa del Gesù, en Roma, donde hay varias capillas que guardan los recuerdos de los años romanos de San Ignacio de Loyola. Una vez, mientras estaba haciendo oración en una de esas pequeñas capillas, un jesuita norteamericano se presentó para celebrar la eucaristía en una de esas capillas. El P. Arrupe se ofreció a ayudarle. Él mismo comentaba, no sin malicia, que el jesuita celebró la eucaristía con ciertas licencias litúrgicas… Cuando terminó la celebración, ya en la sacristía, el Padre norteamericano le preguntó amablemente a su ayudante:

• Y ¿Cómo se llama, hermano?
• “Arrupe”, le contestó el gentil sacristán…

El jesuita norteamericano por poco se cae del susto, como el señor que golpeó a la puerta de la casa que comenzaba esta página.

-Hermann Rodríguez Osorio, sj

Domingo, 22 de octubre del 2023.

¿Dónde está el rostro de Dios? 

El Evangelio de este domingo (Mateo 22, 15-21) habla de fe y dinero. No es una buena combinación. Por eso, a Jesús le hacen una pregunta con trampa: ¿Es lícito…?... No es una pregunta que beneficie a nadie, al contrario, resalta el interés de pocos. De allí que el maestro sabe responde: “Al César lo que es del César…” Y en este tiempo especial podemos escuchar sus palabras: “Y a Dios lo que es de Dios”. La Iglesia sinodal se configura y hace misión en lo que es de Dios; y las trampas y dificultades enseñan a estar más atentos/as a la fidelidad en las cosas de Dios. Y si en la moneda está el rostro del César ¿Dónde encontramos el rostro de Dios? Que esa sea la pregunta que motive toda conversión pastoral, personal e institucional. La muerte, la guerra, la corrupción, el egoísmo, desfiguran el rostro de Dios y buscamos desesperadamente comprar lo que es gratuito, adueñarnos de lo que es libre, construir una Iglesia de seguridades. Atentos/as, que el Espíritu está soplando en esta Iglesia con rostro de Evangelio y pies de humanidad. Paz y bendiciones.

Juan Bytton Arellano SJ

Domingo, 15 de octubre del 2023.

Estamos viviendo un tiempo sinodal en medio de guerras. El Evangelio de este domingo (Mt 22, 1-14) nos narra la tercera parábola de Jesús a los sumos sacerdotes y ancianos. Denuncia que lo que nos encierra amargamente en nosotros mismos son los compromisos a las “falsas obligaciones” y a los “derechos adquiridos”. Lo más auténtico en la vida es gratis, como la invitación a celebrar y valorar la dignidad humana de todos. Salir a los cruces de los caminos para llamar a todos, buenos y malos, a esta mesa compartida. Una Iglesia de puertas abiertas, que genera el “compromiso de la gratuidad”, y contagiar así la belleza de la buena noticia para no cansarnos nunca de ser artesanos/as de paz. Por eso, oremos y comprometámonos por un mundo en paz y justicia social, una iglesia sinodal que haga de la acogida su actitud cotidiana. Bendiciones.

Juan Bytton Arellano SJ

Domingo, 8 de octubre del 2023.

Este es el primer domingo dentro del tiempo de la Asamblea Sinodal y desde el Aula Pablo VI en Roma, acompañados de la Palabra de Dios, reflexionamos sobre este Evangelio (Mateo 21, 33-43) que da muchas luces a la renovación eclesial que la buena noticia necesita. La primera es que no nos podemos creernos dueños de nada, menos de la Verdad. La Iglesia es un don que siempre mira hacia fuera, que escucha la vida y se deja formar por las novedades de Dios. Segundo, el miedo y el egoísmo nos llevan a matar todas las voces que amplían el horizonte, voces proféticas de los pobres, marginados y las víctimas de todo tipo. Finalmente, el dueño de la viña no busca réditos, dona gratuitamente lo que tiene para que todos los frutos surjan desde la gratuidad, capaz de unir amor y verdad, libertad y compromiso, paz y justicia. Sigamos orando por este camino sinodal de alcance universal. Un abrazo.

Juan Bytton Arellano SJ

Domingo, 1 de octubre del 2023.

Frente a los que parecen tener todo claro, sacerdotes y sabios, Jesús lo tiene más claro aún: “Las prostitutas y los cobradores de impuestos llegarán antes al Reino de Dios”. El Evangelio de este domingo (Mateo 21:28-32) nos cuenta una parábola en boca de Jesús que nos puede dejar tres luces para este momento de camino sinodal: 1. Una Iglesia en constante conversión, abierta a la novedad del Espíritu y sin miedo a caminar como Juan Bautista, en busca de Jesús. 

2. Una Iglesia de puertas abiertas para todos, los tiempos son de Dios, en nuestras manos está acoger, acompañar y bien decir en la vida.  

3. Una Iglesia que pone más amor en las obras que en las palabras; que seamos capaces de discernir en el Espíritu y optar por aquello que haga una Iglesia más del Evangelio, más de Jesús, con esperanza, pasión y buen humor.

Juan Bytton Arellano SJ

Domingo,  24 septiembre 2023.

Este domingo el Evangelio (Mateo 20, 1-16) nos presenta la parábola donde Jesús compara el Reino de su Padre con un propietario que sale a contratar trabajadores a varias horas del día. Meditándola podemos encontrar tantas luces para este momento de Iglesia Sinodal. Primero, el Dios de Jesús es un Dios bueno, que se preocupa por los que no tienen trabajo, y pone a los últimos, primero. Segundo, a los/as que nos creemos ser llamados desde la primera hora, ¿Por qué nos da envidia la bondad de Dios por todos, en especial por los últimos? Finalmente, la gran tentación es pensar que somos buenos/as y llamadas/os, pero ¿somos justos/as? ¿pensamos los pensamientos de Dios y vamos por su camino? (Cf Isaías 55, 6-9) Dios piensa en los últimos, los primeros piensan en ellos mismos. Hagamos de esta Iglesia el lugar de la bondad de Dios, que siempre hace fiesta con los pequeños (Cf Lucas 15) y hace justicia con los últimos. La gran revolución capaz de cambiar corazones, mentalidades y estructuras. Bendecido domingo para todos. 

Juan Bytton Arellano SJ

Domingo,  17 septiembre 2023.

Retomamos nuestras reflexiones dominicales, especialmente para este tiempo de renovación sinodal de la Iglesia. A la luz del evangelio, vemos a qué nos está invitando el Espíritu para renovar la Iglesia y su misión. Este domingo, el evangelio (Mt 18:21-35) nos habla del perdón como estilo de vida para construir una sociedad en paz. Que nuestra renovación eclesial sea en la medida del amor de Dios, que es compasivo y misericordioso. No prioricemos los límites humanos, sino la novedad reconciliadora de Dios, capaz de ensanchar nuestras mentes y corazones. Iglesia Sinodal que escucha, acompaña y toma decisiones juntos, guiada por el Espíritu hacía los márgenes de la humanidad. Iglesia Sinodal, espacio de reconciliación para el mundo. 

Juan Bytton Arellano SJ